Ayer me pasó algo
que, si me pasó antes, no lo recuerdo. Estaba en clase, cuando de repente
escucho que suena un celular. Como mi actual celular es relativamente nuevo y
usado, le dejé el ringtone que tenía de su anterior dueño y no lo reconocí. Después de un rato de estar sonando, empiezo a preguntarme
si no sería mi teléfono, levanto mi mochila, y
efectivamente era el mío. Lo abro, y tengo una llamada perdida de, digámosle, H.
Le mando un mensaje a ver si estaba todo bien, si necesitaba que me comunique,
y me contesta que estaba todo bien y nada más me mensajeaba para ver si quería
ir a dar una vuelta por San Telmo. Le contesté que cuando saliera de la clase,
lo llamaba para arreglar. Salgo del aula, acompaño a una chica hasta su parada,
y llamo a ver qué onda: “qué hacés boloh, todo bien?”, “sí, todo tranqui, vos?
Me re olvidé que hoy tenías clase! Igual saliste re temprano”, “seh, pasa que
la mina se sentía mal y salimos antes. Qué contás, hacemos algo?”, “no sé,
decía de ir a dar una vuelta por acá por el barrio, ir a caminar un rato. Tenés
ganas?”, “sí, obvio! Ahora voy para tu casa y salimos”. Caminé unas cuadras, le toqué el timbre, pasé al baño, y salimos. (No vale la pena contar todo lo que
hicimos, sino simplemente resumir que habremos caminado unas diez cuadras hasta
Parque Lezama mientras me contaba detalles y curiosidades interesantes de los
lugares por los que pasábamos, cosa que me encanta porque de chica no hacía
estos recorridos y desde que me junto con H me entero de un montón de cosas
históricas interesantísimas).
Claro que la salida
no fue más que eso, una simple caminata por el barrio hasta terminar comiendo
galletitas mientras esperaba mi colectivo que habrá durado una hora más o menos. Lo que cuenta es el gesto en sí. La única que vez que yo hice algo así,
fue justamente con H: llamar y decirle “che, hoy estoy sola para cenar, querés venir a
comer algo?” y terminar charlando con una caja de pizza y una botella de jugo Tang en el medio de la
mesita; lo hice de impulsiva y aburrida que sabía que iba a estar. Y ahora, H
hace lo mismo conmigo: se aburre y me llama para que hagamos algo. Esto nunca
me había pasado. Quiero decir, no tener una relación así que no sea lo que se
llama “romántica” o “amorosa” con alguien y hacer este tipo de cosas.
Que no se
malentienda, tengo amigos y amigas a los que considero importantísimos en mi
vida (a los que no necesito nombrar, si están leyendo esto saben que los
menciono implícitamente)… Pero nunca nadie vivió lo suficientemente cerca, o
estuvo sin nada para hacer como para llamarme e invitarme a dar una vuelta o
comer algo.
Y se siente lindo sentirse y saberse amiga de alguien en estos
términos.