martes, 1 de abril de 2014

Mi Religión

No sé porqué hoy, o porqué ahora, siendo las 12:54 de la medianoche, que se me ocurre escribir esto, después de tanto sin escribir ni publicar nada. Quizá sea por haber escuchado y visto una canción que marcó un momento importante para mí. El video que se ve abajo, se lo mostré a mi abuelo un domingo al mediodía en su casa, por una razón que no recuerdo demasiado bien; pero sí recuerdo que le gustó, y mucho. Es una versión del Ave María clásico, cantada por la gran Tarja Turunen, ex Nightwish y actual cantante solista. Háganme el favor y tómense un ratito para deleitar su sentido del oído.


Y esto me hizo pensar  en el poder místico y mágico quizás, de la música. Él, un hombre de (en ese momento) unos setenta y pico de años, escuchó a una nueva cantante con un estilo diferente al que estaba acostumbrado, le gustó, se emocionó, e incluso me pidió que le bajara el audio a la computadora. Ahora no sé qué será de ese audio, o si siquiera él se acuerde de este episodio que estoy relatando, pero para mí fue importantísimo.
Creo que si la música en sí misma, tomando forma cuasi-física en una canción, de melodía y letra definidas, puede tener el poder de emocionar a las personas, de hacerlas sentir tanto bien como mal, tanto reconfortadas como solitarias, debería ser esto en lo que yo crea. No creer en dioses que jamás aparecen ni hacen nada por mí, no creer en la gente que termina decepcionándome, no creer en cosas divinas que no tienen manifestaciones reales; sino creer en lo que a mí me hace bien y me ayuda a superar día a día las dificultades que el mundo me presenta. Y eso que a mí me ayuda es, justamente, la música. Poder poner un cierto tipo de música en un cierto tipo de circunstancia o para lograr un cierto estado de ánimo, o por el contrario, poder cambiar de un estado a otro gracias a la música, en eso creo y quiero creer. La música no decepciona, a lo sumo puede no gustar; la música no hace mal por sí sola, sino que las personas le damos ese efecto; la música puede tener múltiples usos, utilidades, y consecuencias en la vida. Los dioses (en realidad, el Dios cristiano) en los que me enseñaron a creer requieren que hagamos cosas por ellos, cuando ellos no siempre hacen algo por nosotros; no están ahí cada vez que los necesitamos,  pero nosotros tenemos que estar siempre para ellos; y así miles de ejemplos más. (Cabe aclarar que fui católica durante un tiempo, llegué a estar muy metida en ese tema, pero al tiempo y justamente por esa decepción de la que hablaba antes, me terminé alejando. Citando una canción, si hay un Dios, algo tiene que hacer. Y ese Dios, tiene que aparecer; y a mí ese Dios no me apareció cuando más lo necesitaba, por eso me alejé.)

Para dejar de dar tantas vueltas sobre el mismo tema, la conclusión es que espero que hayan entendido mis creencias, espero que no intenten convencerme que ese Dios que quieren imponerme es lo mejor del universo y va a ayudarme en mis peores momentos, espero que aunque no compartan lo que pienso, respeten mis creencias. Espero que no me regañen cuando gasto gran parte de mi capital en recitales, porque así como los cristianos van a las misas, yo voy a los recitales como evento que reafirma y refuerza mis creencias, porque el artista es quien canta las palabras que me hacen bien, así como el cura recita los salmos que a ellos les hacen bien. Espero que, bueno, escuchen música si no lo hacen, por lo menos para intentar sentir una probadita de ese poder emotivo que la música contiene; si no les produce nada, por lo menos lo intentaron, y si de hecho les produce algo, van a sentir una de las mejores cosas que existen en el arcoíris de emociones.

Como final, esta es una frase del tema que estaba escuchando cuando decidí escribir esto:
Our love will go on until the tears are gone (Until Silence – Tarja Turunen)
Interprétenlo como quieran, lo dejo a su criterio.