miércoles, 29 de agosto de 2012

Vida perdida


Perdí una parte de mi vida, así como lo escribo y se lee. No es que ya la haya olvidado, como sí olvidé tantas otras cosas que desearía recordar, pero dentro de muy poco voy a olvidarlo si no lo escribo. Así funciona mi mente: lo vivo, lo escribo y lo recuerdo; lo vivo, no lo escribo y lo olvido eventualmente.

Fueron puntualmente dos hechos que en su momento tuvieron fecha, y ahora ya no. Por qué? Porque no los anoté y no sé qué día pasaron (un hecho sí sé la fecha porque coincide con un acontecimiento de orden nacional difícil de olvidar, pero el otro fue un día más en la vida del mundo y no lo recuerdo). Hoy, ahora, miércoles 29 de agosto de 2012 a las 16:20 los recuerdo y por eso voy a poner una hoja extra en mi libreta para relatar lo que me acuerdo, aunque sin fecha, como para tener una mínima noción de lo que fueron esos días. Algo es algo, no?
Además de esos dos hechos que hoy recuerdo, porque no pasaron hace mucho, hay otra parte muchísimo más grande de mi vida que perdí por ni siquiera tener noción de mis problemas para recordar y no tener una libreta de anotaciones: mi secundario. No es que me importe recordar a mis compañeros ni mucho menos a mis profesores o mis notas; pero un viaje es algo que debería recordar, no? Tuve cuatro viajes importantes en esos cinco años: Madryn a los 14, Misiones a los 15, Tilcara a los 16, y Bariloche a los 17; y de cada uno recuerdo casi solamente las fotos que tomé, como si la memoria de la cámara y mi memoria fueran exactamente la misma. Bien que recuerdo ciertas cosas además de las fotos, pero la mayor parte del viaje se quedó en cada uno de esos lugares mientras yo estaba en el micro. Paisajes y sensaciones como esas no son olvidables, pero mi mente decidió olvidarlos.

Por eso tengo una libreta, un blog, redes sociales con historiales permanentes, entre otras cosas que me ayudan a recordar; pero hay veces que me gustaría no tener que recurrir a dispositivos externos a mi mente para ir a un determinado momento de mi vida.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Decepción, una vez más

No puedo, te juro que no puedo, me supera. Vos me enseñaste a ser positiva, y pude…       Por exactamente un mes y dos días. Y caí, otra vez.
Sé que te prometí no hacerlo, a vos y a las dos luces de mi existencia, y por ustedes no lo hago; saben de lo que hablo, eso que dijiste que debo mencionarlo y afrontarlo porque es real y es mi realidad. No puedo mencionarlo, es muy fuerte incluso pensar en decirlo.

Pensé que iba a soportar, vivir una vida ausente de problemas o, mejor dicho, ausente de hacerme problema por los problemas; pero no, sigo haciéndome problema, sigo haciéndome la cabeza por una estupidez como la de hoy.
Decidí escuchar Evanescence, prepararme para el recital, ponerme un poquito nostálgica mientras jugaba al PlayStation en mi casa esperando a que se pasen las horas antes de volver al dormir que ocupa básicamente la mitad de mis días actuales. Pero me pasé de la raya, fui más allá de lo que había imaginado que iba a pasar. Una canción por acá, una canción por allá, y una bola de recuerdos y sensaciones que apenas puedo describir. Qué fue lo que pasó? Recordé todo lo que es esa banda para mí y lo que me hizo hace seis años, todo lo que pasó en esos seis años, y como se me vinieron mil cosas a la cabeza que no necesito. Escuchando Tokio Hotel, sin trabajo que me distraiga,  y no tengo una puta persona a quien abrazar si siento que lo necesito. Porque todos los que podrían hacerlo están lejos o no les hablo.
Esa parte todavía no puedo arreglarla, perdoname.

Pasemos a la realidad: no lo soporto. Puedo estar positiva un día, una semana, hasta un mes; pero llega un momento en que las cosas me sobrepasan y no sé cómo actuar, sólo pienso en eso, eso y solamente eso como algo posible.
Pensar que con este escrito estoy decepcionando a tantas personas… A quien me enseñó a verle el lado luminoso a las sombras, a quien me saca de las sombras cada día por Internet, a quien comparte mi creencia en la música y por eso no dejo que se pierda un concierto, a quien comentó en la entrada anterior que le gustaba mi nueva actitud… A todos y cada uno de ellos, más a todos los que no me lo dicen pero secretamente me desean el bien, también a ellos decepciono.
Me decepciono a mí misma, por no haber logrado lo que me propuse. Una vez más.

domingo, 5 de agosto de 2012

Fuerza interior y Superación exterior

Tenía un miedo y lo superé, hoy mismo hace un rato. Porque desde hace meses que me perseguía, y porque hoy me di cuenta que no había razón para esa persecución interna es que escribo esto. Porque me siento bien escribo, porque creo que tanto la tristeza como la alegría deben quedar registradas; hoy toca la alegría.

Esto dije a una amiga cuando llegué a mi casa después de un paseo inesperado: “desde que cortamos tenía terror de no poder volver a hablar nunca más con él, y siempre que nos cruzábamos trataba de hacer las mejores cosas para caerle bien... y hoy me di cuenta que no era que necesitaba hacer las mejores cosas o esforzarme en "ser buena", sino que necesitaba hacer un cambio en mí para poder lograr lo que quiero, sin forzarme a nada”; y esto me contestó ella: “cuanto mas relajado esté uno, mejor la pasa, y mejor la pasa la persona que está con vos en ese momento”…
Todo esto por "el otro" que me hizo mal, pero como él mismo me enseñó: hay que pasar por cosas malas para llegar a lo que queremos; nada es gratis en esta vida y siempre vamos a tener obstáculos, el tema está en nuestra fuerza para superarlos. Tuve un obstáculo, una tormenta, y, aunque haya tardado mucho, logré superarlo; algunos dirán “te tomaste el tiempo que necesitabas tomarte”, y quizás sea así, pero lo que importa es que pude superarlo y ahora estoy viva y contenta para contarlo.

Y lo que más importa: hoy fue un buen día, y presiento que se me viene una buena época.



miércoles, 1 de agosto de 2012

End of an Era

Como le dije a González, “fue un ciclo que siento que se terminó”; como me dijo González, “es un trabajo, como todos”. Ambos tenemos razón, lo admitimos, y terminamos como mejor podíamos terminar: sin rencores y con deseos de volver a vernos en visitas futuras.

Ayer fue mi último día en ese local hermoso y mal construido (ediliciamente, porque los que lo hicimos a pulmón para que hoy sea lo que es fuimos nosotros, el grupo inicial, y lo construimos lo mejor que nos salió), donde tuve tantas alegrías y malos ratos, donde pasaron tantas cosas que no me alcanzaría un día entero para escribir todas las anécdotas que en el futuro me acordaré y seguiré contando, donde conocí gente hermosa con la que espero seguir en contacto… En fin, un lugar constructor de recuerdos.
No quiero ponerme sentimental, ayer estuve emocionada toda la tarde mientras cada uno de quienes sabían que era mi último día me despedían al terminar el turno, a la noche escribí con todo el detalle que pude las despedidas con las diferentes personas en mi libreta y volví a emocionarme, y hoy sigo recordando lo que significó este trabajo para mí. Significó mi primer empleo en blanco, mi primer jefe real, mis primeras presiones laborales, mis primeros “no” a mis reclamos, mi primera experiencia real para mi currículum; conocer gente de todo tipo, aprender a aceptar lo que venía y quererlo igual, soportar hasta un punto inexplicable cosas que los demás no soportarían solamente por el hecho de quedarme así no dejar solos a mis compañeros, ser burlada a la vez y aprender a que no me afecte… (Otra vez) En fin, en una palabra, significó Wendy’s.

Se siente como antes de mudarse: cuando no querés dejar tu vieja casa por todo lo que significa, pero sabés que la que viene es mejor “, “This is the End of an Era. GRACIAS Wendy’s por TANTO ♥” decían mis estados de Facebook. Y así es: terminó algo que en el momento no me gustó que termine… Pero sé que lo que venga será mejor.
Wendysta forever.