lunes, 13 de diciembre de 2010

Fábula

Estoy conciente de que esto puede llegar a herir a algunas personas que me quieren, pero necesito sacármelo afuera de alguna manera

-Desearía audiencia con la princesa de cristal -solicitó el príncipe cortésmente-.
-¿El motivo de su visita? -preguntó el lacayo real-.
-Organizar un banquete para ahondar en la confraternización de nuestros reinos.
-Me temo que no va a poder ser, alteza. La princesa Ana detesta los banquetes, y la comida en general. Lamento tener que pedirle disculpas en su nombre.
El príncipe abandonó el palacio pero, perseverante como era, volvió al día siguiente habiendo elaborado una nueva excusa.
-¿Qué desea, alteza? -preguntó el lacayo-.
-Querría reunirme con la princesa de cristal por motivos comerciales. Mi reino importa exquisitos manjares de los cuales me gustaría regalar a su alteza, la princesa Ana, una pequeña muestra como signo de concordia.
-Siento tener que rechazar su ofrecimiento de nuevo pero la princesa Ana apenas se alimenta más que de agua. Cualquier otro alimento le causa una extraña indigestión.
-¿La ha visto algún médico?
-Su alteza manifiesta que se encuentra perfectamente siendo sus males exclusivamente pasajeros. Aunque he de confesarle que cada vez la veo más desmejorada.
-¿Y no podría concederme audiencia?
-Me temo que no. La princesa de cristal desea estar sola. Quizá otro día.
El príncipe volvió a marchar del palacio y una vez más volvió al día siguiente, aunque desprovisto de mentiras.
-¿Quiere ver a la princesa Ana? -preguntó el lacayo real con gesto compungido-.
-Así es -respondió el príncipe-. Pero esta vez no voy a mentirle. Estoy enamorado de la princesa de cristal desde que la vi en las fiestas de su décimo octavo cumpleaños que organizó su madre, la reina Mia, antes de su amargo fallecimiento por inanición.
-Lamento decirle que la princesa Ana ha seguido los pasos de su madre, la reina Mia -dijo el lacayo sin poder esconder las lágrimas-. Ha fallecido esta mañana en su lecho.
-¿¡Fallecido!? -exclamó el príncipe consternado-. ¡No puede ser!
-Me temo que sí. Al final consiguió lo que perseguía: no volver a probar jamás un bocado.

El otro día tuve una recaída: estuve un largo rato mirando fotologs de chicas Ana y Mia, simplemente para ver y recordar lo bien que solía estar y lo mal que estoy ahora. De hecho, esta historia la saque de un fotolog (que no voy a mencionar). Por un lado me encanto y por otro lado la odie, esos sentimientos encontrados que tenemos todo el tiempo…

Extraño la anorexia, extraño ser flaca, extraño sentir el hambre y el placer de saber que no tengo nada adentro, extraño mi fuerza de voluntad par mantener el ayuno todo el día, extraño mi enfermedad. Porque eso es: la anorexia es una enfermedad, pero en vez de tener malos efectos nos deja hermosas, siempre y cuando sigamos enfermas durante mucho tiempo. Cuando nos “curamos” (entre comillas, porque no creo que esto se cure sino que se controla) volvemos a ser la misma bola de carne que éramos antes, pero siendo “felices de comer sin restricciones”.
Según mi madre, “no podes ser anoréxica vos, si te encanta comer”. Si, es cierto que me gusta comer, pero prefiero sacrificar la comida por la belleza (y no hablo de ir al extremo de que se me noten las costillas sin necesidad de “aplastar la panza”, sino simplemente tener el vientre plano que todas las fucking modelos muestran en los afiches publicitarios). En uno de los fotologs a los que entré, la dueña había subido una foto suya con la remera semilevantada y se le notaban los huesos: por una parte me encanto porque si bien no quiero ser así, quiero acercarme lo mas posible; por otra parte me dio asco, porque ese no era un lindo cuerpo sino uno sin consistencia; finalmente, me di asco de mi misma de que ese ejemplo me gustara y lo tomara. Otra vez los malditos sentimientos encontrados.

No, no quiero morir
No, no quiero que me internen
No, no quiero dar lástima
No, no quiero que la gente que me quiere se ponga mal
Pero lamentablemente es lo que siento y no se como evitarlo

Hoy alguien escribio “Ana te necesito...soy un asco, soy una persona inmunda, ¿dónde quedo la belleza que me caracterizaba? devuélvemela por favor...” y me sentí identificada… Maldita enfermedad que me hizo hermosa y ahora me abandona, justo cuando mas la necesito. A vos que escribiste esto, te entiendo.

Y otra vez les pido perdón a todos los que se sienten mal leyendo esto, pero es lo que hoy estoy pensando, y necesitaba escribirlo
Siempre tuve ese rollo, esa obsesión: escribir. Escribir cualquier cosa que me venía en mente, las cosas que me estaban pasando. (…) El papel es prudente. El papel no te es infiel, no te caga, te deja ser. No te pone cara de circunstancia. (...) Supongo que por eso siempre me aislé de esa manera: nunca tuve la necesidad de comunicarme, porque ya lo estaba haciendo. Escribir es comunicar, aunque mis escritos siempre terminaban escondidos
Abzurdah

2 comentarios:

  1. Entiendo. El problema es que esa enfermedad te termina devorando. Creo que es como una adicción, al principio decís "sí, lo puedo controlar, cuando llegue a x kg voy a dejarlo" pero llegás a ese peso, y seguís queriendo bajar más y más. Siempre hay algún otro motivo para odiar. Esas enfermedades esconden algo más profundo...
    No quiero darte un sermón ni nada de eso, pero espero que estés bien :)

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  2. Es horrible sentirse asi! es cierto que la anorexia te deja hermosa por asi decirlo, pero es dificil mantener una meta estable ya que despues de llegar a la meta fijada las personas quieren bajar mas y mas y mas y no saben donde parar =( no estoy en contra de la anorexia, la respeto, y respeto a las personas que la tienen.
    En fin, hace un rato que leo tu blog pero esta es la primera vez que comento.
    Beso

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