Una semana exacta pasó de ese hermoso momento de felicidad. Y sigo casi igual, no al exacto mismo nivel pero bastante cerca; con altibajos, pero con el humor mayormente arriba.
Hoy me preguntaste si seguía sintiendo algo por vos, y te contesté que si así no fuera no hubiera estado feliz toda la semana. Cuando yo te pregunté lo mismo, me dijiste que me extrañabas; pero nunca me lo habías dicho antes. Si lo sentiste todo este tiempo, por qué no me lo dijiste? Nos hubiéramos ahorrado varias semanas de soledad y malestar emocional (quizás necesitaba esas semanas para cambiar todas esas cosas por las que me felicitaste, quizás el alejamiento fue algo bueno... a quién engaño, la pasé horrible).
No sé qué más escribir, tengo ganas de llorar pero a la vez quiero abrazarte y reír como hicimos hace una semana, quiero tu mano sobre la mía en la palanca del auto y las risas rebotando dentro de las ventanillas, quiero todo eso que siempre tuvimos y el tiempo retrasó unas semanas.
Igual, hay que verle el lado positivo: todas y cada una de las siete noches pasadas les dije a mis peluches "hoy nos vamos a dormir contentos, porque hablamos y estamos felices", lo repetía constantemente, y hasta la gente del exterior se daba cuenta de mi alegría ("te ves más normal" me dijo alguien el miércoles). Y recordar esa felicidad me aflojó el nudo en la garganta, siempre lográs mantenerme en pie en tus silencios y tus presencias, te agradezco infinitamente por eso.
Basta, no quiero seguir. Punto final (nunca es un final definitivo, pero por hoy todo termina).
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